En su autobiografía Roman por Polanski, el director polaco deja caer, así como quién no quiere la cosa, una especie de poética del cortometraje: “Tenía las ideas bastante clara acerca de lo que eran los cortos. Había visto muchos trabajos de mis compañeros y sabía que el principal peligro al filmar un corto era que éste pareciera un fragmento de largometraje”. Estudiante de la escuela de Cinematografía de Lodz, el joven Polanski realiza en esos años varias piezas breves donde se rastrean (tentación lógica a la hora de enfrentarse con un cineasta de su talla) esbozos, ideas, imágenes y temas que desarrollará en su obra posterior. Y sin embargo, y por evidente que sea el germen del futuro Polanski, sus cortometrajes han gozado siempre de mayor popularidad y difusión que los primeros trabajos de otros grandes directores.