Sobreprotegido por sus padres, el inmaduro Pelayo (Gabino Diego) es expulsado de su remoto pueblo asturiano tras una de sus patológicas gamberradas. Es enviado a Madrid para que prospere al amparo de su tío Lorenzo (Arturo Fernández), un empresario triunfador que abandonó el pueblo hace cuarenta años. Su padre le prohíbe volver antes de que se haga un hombre y encuentra una buena chica para casarse. Sin embargo, la realidad se parece muy poco a la imagen que Lorenzo a base de fanfarronadas ha logrado que se tenga de él en su pueblo. El empresario es en realidad un tipo acabado, manager de un grupo de boys piltrafillas que son el hazmerreír del oficio. Ha cifrado sus últimas esperanzas vitales en la inminente boda con Palmira, una prostituta retirada con un hijo obeso que posee un antro cabaretero donde actúan los boys de Lorenzo en despedidas de soltera. La llegada de Pelayo pondrá patas arriba la vida de Lorenzo.